Hay quienes en la vida son como la Penélope de Serrat, que con sus bolsos de piel marrón, sus zapatos de tacón y sus vestidos de domingo, se sientan en un banco en el andén en espera de que llegue el primer tren que traerá de vuelta a ese ansiado amor que una vez dijo que volvería.
Pero otras prefieren vestir jeans, unas tenis ligeras, cargar una maleta con ruedas y subirse al tren en vez de esperar a que regresen por ellas. También sueñan pero no son pasivas ni conformistas; se adaptan a las circunstancias y puede ser que se sienten, abatidas, en una banca de la estación a llorar un rato, pero llegado el momento se levantarán y tomarán otro tren a un nuevo destino.